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La Nina de la Puebla

La Nina de la Puebla

Justo es recordarla ahora por la exquisitez de su tesitura canora, con la que consiguió abordar desde los estilos más complejos a los más livianos o menos vistos en los últimos años.

DOLORES JIMÉNEZ  ALCÁNTARA, más conocida con el nombre artístico de  LA NIÑA DE LA PUEBLA, cantaora paya, nació en La Puebla de Cazalla (Sevilla) el 28 de julio de 1908. y murió en Málaga el 14 de junio de 1999 donde se le traslado después de desplomarse en la peña de Huelva mientras cantaba en directo por soleá, contaba 91 años de edad.
Su padre era peluquero,  fue el que le escribía casi todas las letras, había heredado su afición a cantar de su madre, natural de Morón de la Frontera, (Sevilla), Se quedó ciega a los pocos días de nacer por culpa de una infección. Sus padres se trasladaron a Sevilla para curarla pero fue inútil su curación. Pero esto no fue ningún obstáculo para que La Niña de la Puebla se presentara a concursos de cante por los pueblos de Sevilla.
Pepe Marchena era su ídolo, y ella seguía su escuela, hasta que Pepe Marchena la descubrió y se la llevó de gira, haciéndola debutar en el Olimpia de Sevilla en 1931. y al año siguiente lo hizo en Madrid, en el Cine Variedades, actuando también en el Salón Olimpia madrileño. Su debut en los teatros madrileños, tuvo lugar en el Teatro Fuencarral, junto a El Carbonerillo y El Corruco de Algeciras, en 1932.  En ese mismo año 1932 hizo su primer disco para la casa Regal, grabando por primera vez los Campanilleros con los que tanta fama consiguió. En 1933, realizó su primera película, Madre Alegría. Este mismo año presentó en público a Juanito Valderrama. Estrenó obras lírico andaluzas, entre ellas Sol y Sombra, de Quintero y Guillén, y Cuando la noche es eterna de Diego Isern y Lloset, representándolas en toda España.
Sevilla entera siempre la recordara a la cantaora más grande que nació en su tierra para saber cantar.
Montó una empresa propia y organizó giras por todo el país hasta que en 1933 conoció a Luquitas de Marchena, (Lucas Soto Martín, Linares 1913-1965) con quien acabó casándose. En 1936, recorrió la geografía española, en unión de su marido, ofreciendo recitales en los teatros más importantes. Han sido muchísimos los espectáculos ofrecido por esta gran cantaora, sobre todos con las más grandes figuras de su época, si tuviésemos que reseñarlos no habría espacio suficiente, En la mayoría de estos espectáculos han figurado así mismo su marido y en algunos de ellos sus hijos, Pepe y Adelfa Soto, muy buenos cantaores que han seguido a su propia madre.
La Niña de la Puebla fue admirada por todos los amantes del flamenco, fueran defensores del flamenco ortodoxo o heterodoxo. No cabe duda de que en los últimos años el mundo flamenco le ha reconocido la actitud imperturbable de esta gran señora del cante a la que todos tuvimos como portadora de los sentimientos más humanos del pueblo andaluz. Conocedora, como nadie, de todos los estilos flamencos, y especialmente, de palos en desuso que cultivaba en ámbitos íntimos y familiares.
Un poderoso y revelador instinto, no exento de una mueca de generosidad ante el cariño de la afición, le permitió a Dolores exigirse a sí misma a fin de madurar hasta el magisterio supremo. En ella, como punto de convergencia, incidió, pues, todo un cúmulo de imágenes poéticas que abrió cauce a la dulzura luminosa del cante.
Si bien a sus casi 91 años ha sido de las pocas reliquias vivientes de la ópera flamenca, justo es recordarla ahora por la exquisitez de su tesitura canora, con la que consiguió abordar desde los estilos más complejos a los más livianos o menos vistos en los últimos años.

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