Madrid is a city with a great offer, you have a lot to visit during the day but also a fabulous nighlife to discover. We offer different routes to learn to know the numerous facets of the city, to discover the fashion's center and the most lordly areas. The common denominator is that all these areas are full of art, culture, green areas and original places. As a matter of course we don't forget to suggest some typical places to have a Spanish lunch, the typical tapas.
You'll also find a few informations for those having time and feeling like knowing the Madrid surroundings.ç
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午後2時までです。 2022年は、1月1日、6日、4月14日、15日、16日、5月2日、16日、7月25
日、8月16日、10月12日、11月1日、9日、6日、8日、12月26日の休日は休業となります。
私たちはCalleCampomanesnº4、マドリード28013スペインにいます
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5 paseos por la ciudad
Index
Arte y compras por Recoletos y Castellana
Hay que comenzar el día desayunando en el café del Círculo de Bellas Artes, más conocido como La Pecera. El edificio que alberga esa insignia de las artes y la farándula madrileña es obra de Antonio Palacios, y sus columnas, mármoles y escalinata llevan encandilando a madrileños y visitantes desde 1919. Siempre podemos visitar, a partir de las cinco de la tarde, alguna de sus modernas exposiciones o conferencias con figuras emblemáticas de la cultura. Si continuamos port el tramo más cultural y financiero de la calle de Alcalá en dirección hacia el Retiro yla famosa Puerta de Alcalá, nos toparemos en el número 44 con la librería y centro cultural catalanes Blanquerna,. Tras ellos, prácticamente al aldo de la plaza de Cibeles, donde los hinchas madridistas celebran sus triunfos, está el reción restaurado edificio del Banco de España, oragnismo emisor de todos los euros que genera este país.
Llegamos a la fuente adornada por la estatua de la diosa Cibeles, uno de los principales iconos de la ciudad desde que se erigió en tiempos de Carlos III. Pero enseguido nuestra mirada va hacia el blanquísimo edificio del Ayuntamiento de Madrid, que acaba de estrenar sede en lo que fue hasta 2007 el palacio de Comunicaciones,e s decir, la oficina central de Correos. El edificio que cumple 100 años en 2009, pronto contará con un restaurante-mirador abierto al público, así como con equipamientos culturales. En frente, un palacio afrancesado, el de Linares, que fue residencia de los marqueses de igual nombre y aparentemente también de algún que otro fantasmam hoy alberga orgulloso las salas de la Casa de América. Además de contar con visitas guiadas (sólo previa reserva; 7 euros), en él se proyecta cine latinoamericano y se celebran eventos relacionados con todos y cada uno de los países del centro y sur de América. (Plaza de Cibeles, 2. 915 954 800, www.casadeamerica.es).
A partir de este punto la oferta es tan variada que el paso se hace más lento: podemos seguir por el paseo de Recoletos y sentarnos a repostar en el Café Gijón, que desde 1888 contiene un aroma a tertulia literaria. En el portal de al lado está la Fundación Mapfre y la librería La Central con exposiciones variadas y libros de arte. Pero también está cerca la calle del Almirante, perpendicular al paseo de Recoletos, que ofrece muchas tentaciones, como tiendas de moda o bares y restaurantes de aspecto muy moderno. Recomendamos el Bristol Bar, de aires bbritánicos y con sofá Chesterfield, que sirve brunch los fines de semana.
Si tomamos la pequeña calle que sale a la derecha, Tamayo y Baus, nos toparemos con el teatro María Guerrero (913 102 949; https://cdn.mcu.es/tmg.php), la sede principal del Centro Dramático Nacional, que presenta montajes de autores de todos los tiempos, tanto españoles como extanjeros. Si continuamos por la calle del Marqués de la Ensanada veremos que a la izquierda, sobre la plaza de la Villa de París, se halla el Tribunal Supremo.
Girando a la derecha por Génova y pasando por delante del moderno edifico del Instituto Francés, tendremos a la vista dos lugares ineludibles: la Biblioteca Nacional y la plaza de Colón. La Biblioteca Nacional es un edificio de doble cometido que, además de conservar gran parte del patrimonio bibliográfico español, es también sede del Museo Arqueológico (entrada por calle Serrano. 915 777 912 www.man.mcu.es). Los Jardines del Descubrimiento de la plaza de Colón cuentan con tres imponentes esculturas de hormigón encargadas en 1977 al artista Joaquin Vaquero Turcios para conmemorar el decubrimiento de América.
Tomemos ahora la calle de Jorge Juan, que hace esquina con la biblioteca y con la plaza, para adentrarnos en pleno barrio de Salamanca, epicentro de la moda, las galerias de arte y el glamour con solera. El barrio debe sur nombre al marqués de Salamanca, que vivió en la zona durante el siglo XIX y trazó sus calles en cuadrícula. Pronto nos daremos cuenta de que est diseño urbanístico no se da con frecuencia en Madrid, ciudad llena de calles abigarradas, y por tanto le proporciona el barrio un aire ordenado y señorial. Merece la pena fijarse en el ambiente del barrio.
Al llegar a la altura del cruce con la calle de Juan Bravo vemos que un paso elevado atraviesa el paseo de la Castellana. Merece la pena bajar pos sus escaleras laterales al paseo para acercarse al edificio del centro comercial ABC Serrano y ver su preciosa fachada neomudéjar, diseñada por el mismo arquitecto que ideó la plaza de España de Sevilla, Aníbal González. En ese entorno se encuentra también el Museo de Esculturas al Aire Libre, que cuenta con obras de artistas de primerísima línea como Chillida, Julio González, Miró o Gerardo Rueda. Si volvemos a la calle Serrano, a la altura del 122, daremos con el Museo Lázaro Galdiano (915 616 084; www.flg.es) y su imponente colección de objetos variados: desde joyas hasta esmaltes y marfiles, así como lienzos de pintores de toda EUropa, incluidos Goya y El Greco.
A estas alturas, ya podríamos optar por comernos algún pincho en un clásico del barrio: la cervería José Luis, en el número 89. Si nos quedan fuerzas podemos seguir en busca de dos museos: el de Ciencias Naturales (José Gutiérrez Abascal, 2. 914 111 328; www.mncn.csic.es; 5 euros) y la Residencia de Estudiantes (www.residencia.csic.es), con sus curiosas exposiciones temporales relacionadas con la cultura española del siglo XX. En sus alrededores se encuentran varias embajadas y el que probablemente sea el mejor y más caro de los restaurantes madrileños: Zalacaín (915 615 935; www.restaurantezalacain.com), en la calle Alvarez de Baena 4, dotado de una estrella Michelin y cinco tenedores.
Bohemia y animación en Chueca y Malasaña
Del otro lado de la Gran Vía, al llegar a los barrios de Chueca y Malasaña, encontramos un ambiente más alternativo y noctámbulo. Pero un paseo diurno por ellos también nos depara sorpresas: empecemos en la plaza del Callao, donde se concentran las grandes salas de cine clásicas de Madrid y tomemos la calle Silva, que nos lleva a la plaza de Santa SOledad Torres Acosta, más conocida como "plaza de los cines Luna", pues en ella se encontraban hasta hace un par de años estos multicines. Si continuamos todo recto por San Roque daremos con la animada calle del Pez, un buen destino para el ocio nocturno. Allí estám el teatro Alfil, dedicado a espectáculos de humor, y un montón de restaurantes, algunos infrecuentes en Madrid como Gumbo (Pez, 15), que sirve cocina criolla de Nueba Orleans. El bar Palentino es un claro ejemplo de cómo un lugar cutre y de toda la vida, sobreiluminado a base de fluorescentes, se puede convertir de la noche a la mañana en el templo sagrado del moderno juvenil de la zona.
Todo distrito tiene un epicentro o eje, y el de Malasaña es la plaza del Dos de Mayo, a la que llegaremos tomando la calle de Madera y recorriendo Espíritu Santo, otra simpática calle del barrio con tiendas de discos de importación, ropa de los sesenta y, en el número 12, un diner a la americana que hace furor: Home Burger. A la plza del Dos de Mayp se le podría otorgar el Premio Guinness a la mayor concentración de bares con terraza por metro cuadrado. Allí nos reciben el café de Mahón, colorista y con nombre coherente con los quesos de Menorca, y en el rincón opuesto de la plaza el bar-pizzeria Maravillas.
Otra manera de explicar Malasaña es mediante sus rutas temáticas, y la de los azulejos castizos sería una de ellas. Varios locales los mantienen todavía, ya sea en su fachada o en el interior. La esquina idónea para ver baldosines añejos en plena calle es la de la farmacía situada en la confluencia de las calles San Andrés y San Vicente Ferrer: los anuncios en versión azulejo de fumables inofensivos Juanse o del diarretil de la misma marca hacen pensar en tiempos sanitarios anteriores a Bayer o a GlaxoSmithKline. Más baldosines justo al lado: los de la Antigua Huevería, hoy convertida en bar para contrastar con su fachada gallinácea, o los de la taberna galleguísima casa Compañeiro, también en San Vicente Ferrer.
Si queremos que nuestro hilo conductor sean la ropa y los complementos, se recomienda la calle del Barco: con una amplia oferta de ropa vintage nueva y usada desde losaños veinte a los setenta, visite Corachán y Delgado. Para ropa noreuropa colorista Sólo Amor, Y para comprar algo que nos sirva como antídoto a lo rabiosamente fashion urge visitar Arrebato Libros (Palma, 21), una pequeña librería de segunda mano en la que se peuden encontrar tesoros de la alta cultura del pop literario del siglo pasado.
Del otro lado de la calle Fuencarral, el verdadero edén de la moda alternativa, se encuentra Chueca, el barrio más gay friendly de Madrid, que en junio celebra, orgulloso, su fiesta anual con verbena y jolgorio. La plaza de Chueca es el corazón del barrio y, una vez en ella, la taberna Angel Sierra es parada obligatoria para el vermut.
Yendo de nuevo hacia Gran Via hemos de tomar la calle de la Libertad para ver sitios como el multifacético Diurno, en la esquina con San Marcos, donde se puede desde comer maki hasta alquilar un DVD. Pero si la Gran Via nos cansa por ancha y por concurrida, alberguémonos en sus calle paralelas: Infantas y Reina. En esa zona ya cercana a la calle Alcalá, además de concentrarse el mayor número de coctelerías de MAdrid por metro cuadrado, hay gran variedad de cafés y bares para todos los gustos. Dos excelentes y afrancesadas opciones comparten acera en la calle de las Infantas: Isolée (www.isolee.com), para los amantes del color blanco, y PauseCaféPatisserie, con tartas de dos pisos. Y la oferta continúa en este barrio que no parece descansar nunca.
Callejeando por el barrio de las Letras
Esta zona es donde vivieron Quevedo, Góngora y Lope de Vega en el siglo XVII y probablemente repetirían hoy: un barrio lleno de librerías anticuarias, salas de exposiciones, cafés y restaurantes, tiendas de muebles y artesanía y además, con un precioso convento, el de las Trinitarias, que nos traslada al época barroca en la que vivieron los tres sescritores.
Comenzaremos el paseo visitando uno de los edificios más novedosos de la zona: el centro cultural Caixa-forum (paseo del Prado, 36; www.lacaixa.es/obrasocial), proyectado por los arquitectos Herzog y De Meuron e inaugurado en febrero de 2008. La principal atracción del lugar además de sus exposiciones de arte universal, café-restaurante, conciertos y otros eventos, es su bucólico jardín vertical florido, cuya presencia sorprende agradablemente a madrileños y visitantes.
En la plaza contigua está Medialab-Prado (paseo del Prado, 36; www.medialab-prado.es), centro de producción y creación de are y cultura digitales. Y adentrándonos un poco más en el barrio de Las Letras encontramos La Fábrica (plaza de Las Letras; www.lafabrica.es)., una galería de arte especializada en fotografía donde siempre hay alguna exposición que merece la pena. Además, posee una pequeña librería en el número 13 de la cercana calle de Verónica donde se pueden adquirir todas sus cuidadas publicaciones.
Giremos ahora a la derecha por la calle de Fúcar, que enseguida cambia de nombre y pasa a llamarse calle de Jesús: si la recorremos hasta su esquina con Lope de Vega llegaremos a la iglesia de Jesús de Medinaceli, cuya escultura es venerada todos los viernes y, especialmente, durante la Semana Santa. Atrás se queda la calle Huertas, probablemente la más animada del barrio a partir de la puesta del sol, que es cuando grupos de gente de todas las edades y lugares recorren en busca de bares, tabernas, pequeños cafés y escaparates varios. Pero continuamos por Lope de Vega en busca del Convento de las Trinitarias Descalzas, a la altura del número 18.
El edificio es sencillo y sobrio. Su iglesia es de planta de cruz italiana y su fachada sólo la decoran un bajorrelieve y los escudos de armas de los marqueses de la Laguna. El convento fue declarado monumento nacional en 1921, y a él acuden los académicos de la Lengua cada 23 de abril a rendir homenaje a Cervantes, que fue enterrado allí en 1616, si bien sus restos se perdieron tiempo después. La casa-museo de Lope de Vega está en la calle Cervantes 11.
Si queremos dejar un rato de lado el siglo XVII y volver al XXI, nada mejor que seguir por Cervantes hasta el cruce con la calle de León: en ella encontramos animados lcoales para comer o tomar algo como La Piola o la tradicional pizzería Cervantes, que además es famosa por sus tartas saladas. No hay que perderse un par de tiendas que venden objetos curiosos y ropa divertida de diseñadores independientes: La Integral y The rara shop.
En algún momento del paseo nos toparemos con la calle del Prado y con su restaurante más internacional: Olsen, un sueco con bar de vodkas nocturno y apetitosas roscas de pan de varios tipos en el menú del día. Sigamos la calle hasta la Plaza Santa Ana, la más vistosa del barrio y una de las más populares de Madrid entre los turistas del norte de Europa. En sus cervecerias de aire germánico, Naturbier y Cerveceria Alemana, entre otras, buscan ecos de sus países de origen. La plaza luce, orgullosa, edificios como el del Teatro Español, uno de los escenarios más arriesgados de la escena madrileña. Justo enfrente, al otro extremo de la plaza, el hotel ME recién renovado, guarda un secreto cuando se pone el sol: unas vistas espectaculares de Madrid desde su azotea.
Y para acabar el día, un plan clásico pero no por ello menos apasionante es dejarse caer por alguno de los cafés que programan jazz en el barrio. Tanto el Populart (Huertas, 20) como el Café Central (plaza del Angel, 10) son dos buenas elecciones. Y los admiradoes del cine de Almodovar no pueden perderse al menos la fachada del Villa Rosa (plaza de Santa Ana 15), el club donde Miguel Bosé se marca su famoso bolero en Tacones lejanos.
En los orígenes del término "castizo"
Nuestro punto de partida será la Puerta del Sol, kilómetro cero de las carreteras peninsulares y lugar donde se dan cita miles de madrileños y vistantes a diario: esto la convierte en una especie de no-lugar hipertransitado, pero donde uno no se queda, salvo durante el momento de las campanadas de fin de año. Y no será porque no tiene lugares en los que permanecer: el más añejo de ellos es el salón situado en la planta de arriba de la pastalería La Mallorquina.
Tras el desayuno continuemos el paseo hacia la plaza Mayor por la calle Postas y atravesemos la plaza para llegar al Arco de Cuchilleros, en torno al cual se apiñan los mesones tradicionales madrileños por especialidades culinarias: el de la tortilla y el del champiñón son de los más concurridos.
En el numéro 6 de la calle de Cuchilleros, Bodegas Ricla podría ser el comienzo de una larga lista de pequeñas tabernas en las que ir probando tapas. La siguiente, Revuelta (Latoneros, 3), con su bacalao rebozado. Pero el verdadero rosario de bares de tapas y restaurantes tradicionales está en la Cava Baja: taberna de Conspiradores, Casa Lucas o Los Huevos de Lucio.
Otro lugar del barrio donde se congregan tanto vecinos como visitantes es la plaza de la Paja, a la espalda de la iglesia de San Andrés. En ella podemos ver uno de los edificios más antiguos de Madrid: la Capilla del Obispo, del siglo XVI. Para contrastar con el estilo renacentista del edificio, muy cerca de él se halla un hombre de bronce sentado en un banco, convertido ya en personaje popular en la plaza. Otro clásico de este recinto es el restaurante ruso El Cosaco, que sirve comida de ese país en la ciudad desde 1969.
Al abandonar la plaza es inevitable toparse con la basílica de San Francisco el Grande, que presume de cúpula grande: la segunda del mundo en diámetro después de la de San Pedro del Vaticano. No nos perdamos, una vez dentro, un lienzo titulado San Bernardino de Siena predicando, de Goya: en él aparece retratado el mismo pintor camuflado entre la multitud.
Y acercándonos a la estación de metro de La Latina nos aproximamos a los inicios del Rastro: la plaza de Tirso de Molina, son sus modernos quioscos de flores en forma de cubo. Tirso de Molina también es la frontera con el castizo barrio de Lavapiés: las calles que bajan desde allí en pronunciada pendiente (Jesús y María, Lavapiés) nos conducirán directas a la plaza que da el nombre al distrito. Se trata de un barrio muy internacional: asiáticos, africanos y latinos recorren las calles de lo que hoy es también su barrio. Los bares de la calle Argumosa son apuestas seguras, como el Automático y el Eucalipto. Otra opción es tomar la calle de Tribulete desde la plaza y acercarnos a la archipopular corrala de Sombrerete, declarada monumento nacional en 1977. Situada en la esquina de las calles de Mesón de Paredes y Sombrerete, es la más grande y mejor conservada de esta modalidad de vivienda tradicional madrileña, en la que las puertas de cada uno de los pisos asoman a un patio central. Muy cerca está la preciosa biblioteca de la UNED, construida en las ruinas de la iglesia de las Escuelas Pías de San Fernando: merece la pena entrar a echarle un vistazo a su ingeniosa reforma arquietectónica. y como colofón, lo idóneo sería poder ver una panorámica del barrio desde lo alto: el café Gaudeamus que nos ofrece su azotea para cenar o tomar cafés y copas. Y si da tiempo, siempre se puede ir al antiguo Cine Doré, sede de la Filmoteca Nacional, donde siempre proyectan buen cine.
Tras los pasos de Goya en Madrid
El edificio del centro cultural Conde Duque (www.munimadrid.es/condeduque), un antiguo cuartel del siglo XVIII, es un buen punto de arranque para nuestro paseo. Albergó la Compañía de Reales Guardias de Corps a la que perteneció el que después sería valido del rey Carlos IV, Manuel Godoy, retratado por Goya en el lienzo La batalla de las naranjas. El cuartel posee dos grandes patiso y destacan sus exposiciones y su sede verianega anual de los mejores conciertos al aire libre de Madrid: allí ha tocado y cantado artistas de la talla de Caetano Veloso, Paolo Conte o Cesaria Evora.
La plaza de Comendadores también se merece una visita con sus cafés típicos como el Moderno y de las Comendadoras, lugares clásicos para darse cita tanto en verano como en invierno. Si continuamos por la calle Conde Duque y la recorremos hasta la plaza de Cristino Martos tendremos a nuestros pies la calle Princesa y la plaza de España: a ellas nos dirigimos, pasando a escasos metros del palacio de Liria (Princesa 20; 915 410 377), residencia de las sucesivas duquesas de Alba desde principios del siglo XIX. El palacio, con una magnífica pinacoteca y un jardín privilegiado se puede visitar los viernes por la mañana previa concertación telefónica de cita.
Tras recorrer la plaza, la mejor idea es buscar el toque egipcio que posee Madrid: el Templo de Debod (paseo del Pintor Rosales s/n; de martes a viernes, 9.45-13.45 y 16.15-18.15; sábados y domingos, 10.00-14.00), regalo del gobierno egipcio al español en 1968 y declarado bien de interés cultural en 2008. El templo está posado sobre una plataforma rodeada de agua, es particularmente bello cuando comienza a anochecer. Podemos seguir nuestra ruta por el agradable paseo del Pintor Rosales, lleno de terrazas y restaurantes, o por el cercano parque del Oeste.
Pero si queremos seguir los pasos de Goya, hemos de bajar por la cuesta de San Vicente y dirigirnos hacia el paseo de La Florida: allí está la estación ferroviaria de Príncipe Pío, de estilo decimonónico, que hoy además cuenta con un centro comercial y de ocio en su interior.
Pero nuestro destino está unas manzanas más allé, sobre el propio paseo: allí se divisan la ermita de San Antonio (glorieta de la Florida. Todos los días de 8.30-13.00 y de 18.00-19.00) y su gemela, construida en el siglo XX. La más antigua de las dos es hoy el panteón de Francisco de Goya y en ella nose celebra liturgia alguna, salvo las peregrinaciones paganas para venerar la memoria del pinto, claró está. Aquí se trata de mirar hacia arriba, pues son los frescos de la cúpula y de los techos los que le fueron encargados a Goya en 1798. Restauradas por completo en 2005, las pinturas convierten esta antogua iglesia en lugar de inedulible vista, no sólo para modistillas-faquir provistas de alfileres que van a pedirle novio al santo cada 13 de junio, sino para cualquiera que desee ver el milagro de San Antonio tal como Goya lo concibió: con todos sus personajes ataviados a la manera popular madrileña de finales del XVIII.
Si tenemos hambre entremos en la casa Mingo (Paseo de la Florida, 34, todos los días de 11.00-24.00), donde los carteles de "Prohibido cantar" disuaden al potencial cliente ensidrado de entonar Asturia, patria querida. De Casa Mingo nos gusta todo: sus pollos enteros a 8.50 euros, sus raciones de Cabrales y por supuesto su decoración feísta en madera oscura y sus camareros añejos. Y en evrano. tras una suculenta cena asturiana es posible ver cine al aire libre en el cercano parque de la Bombilla.