Alba, una gitana guapa y morena, que mezcla en su sangre el arte de los Molina y el de las Montoya.

Nació en 1978, hija de aquella pareja de cantaores que por entonces cantaba, a ritmo de bulería, a las margaritas y al romero en flor. La juventud progresista española había decubierto en Lole y Manuel un flamenco fresco, savia nueva. Y entre tanto llegaba al mundo la pequeña Alba, una gitana guapa y morena, que mezclaba en su sangre el arte de los Molina, guitarristas, y el de las Montoya, cantaoras y bailaoras. Casi veinte años después y mientras sus padres preparan ya sus nuevos trabajos cada uno en solitario, la tan preciada herencia se traduce en el disco que la niña, así la llaman aún, ha grabado de la mano de su padre, Manuel Molina. Alba, 19 años, no quiere ser ni la ex novia de Alejandro Sanz ni otra "hija de". Porque Alba canta. Dulce y habilidosa, como su madre. Fuerte y serena, como su padre. Ella es de Lole, es de Manuel.
"Cuando cantaba, me tocaba la barriga por debajo del mantón y la sentía. Sabía que mi hija estaba recibiendo". Lole recuerda ahora desde Madrid los momentos más emotivos de aquel su único embarazo. En estos tiempos vive lejos de su hija. Alba se queda en Sevilla, donde anda a medias entre la casa de su padre, en una urbanización de Sanlúcar la Mayor, y el apartamento al que se traslada ya pronto en su queridísimo barrio de Triana. Ha llegado el momento de la independencia.