Una calle que resume la vida de la ciudad; un estilo artístico, el modernismo, que explica una parte importante de lo que fue Barcelona, su historia; y un barrio, el de Gracia, que conserva todo el sabor, el crácter de una zona popular con voz propia. Tres paseos para descubrir todo lo que significa esta ciudad.
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3 paseos por la ciudad
Indice
Las Ramblas, un universo propio
Se trata de un lúdico y colorido paseo, y podemos empezar tomando algo en la terraza del café Zurich de la plaza de Cataluña y observar, sólo mirar. Miles de personas de todo tipo y condición pasarán por delante de usted, unas salen apresuradas de las bocas del metro, otras corren hacia la cercana Puerta del Angel, unade las arterais comerciales de la ciudad, y muchas otras se dirigen hacia su ibjetivo: las Ramblas, como se las conoce popularmente. Se habla de ella en plural porque este bulevar flanqueado por plataneros recibe diferentes nombres (Canaletas, de Estudios, de las Flores, Capuchinos y Santa Mónica) a medida que baja hacia el mar, donde desemboca y termina. Y es que la Rambla es como un río, un río peatonal, muy fluido y caudaloso a cualquier hora de día, con crecidas fuertes a horas punta y fines de semana. Lo más aconsejable es ir por el pasea central e ir saliendo para ver los puntos de interés. Por el centro el caudal es muy denso, a veces incluso agobiante, pero es también donde se encuentran las actuacioens callejeras, las esculturas humanas que le acompañan hasta el final del trayecto; los enormes quioscos de prensa, que son los primeros que reciben los diarios cada día y donde los compran los adictos ya entrada la noche; los puestos de pájaros y otros animales exóticos y no tan exóticos; los numerosos puestos de flores, siempre tan bonitos y coloridos; y en el útimo tramo, los artistas callejeros compitiendo por una mcaricatura o un retrato de los viandantes. Sólo eso, que ya es mucho, en la parte ancha del transitado bulevar.
La primera parada, sobre todo si es su primera visita a la ciudad Condal, es la fuente de Canaletas, porque, según dice la leyenda, qui bebe de esta fuente volverá a la ciudad. Aquí es donde se reúnen los seguidores del Barça cuando hay que celebrar una victoria. Unos metros más abajo, en las esquina con la calle de Talleres, se encuentra la coctelería Boadoas, el primer establecimiento que sirvió combinados de bebidas alcohólicas y que se ha convertido en un clásico. Seguimos la ruta y a la altura del número 121 nos encontramos la farmacia Nadal, inaugurada en 1850 y que cuenta con esculturas, dibujos y cerámicas noucentistas; en esa misma acera, en el 115 se encuentra la Real Academia de Ciencias y Arte, contruida en 1883 por Josep Doménech y Esgtapà y que actualmente alberga, además de la academia, el teatro Poliorama. El edificio fue pionero en recursos decorativos que luego hicieron furor en el modernismo, y tiene en su fachada un reloj que es, según el dicho popualr, el que marca la hora oficial de Barcelona. Un poco más abajo encontramos un nuevo hotel de lujo en la antigua sde de Tabacos de Filipinas, el 1898.
Y si miramos para el otro lado, nos encontramos el palacio Moja, de finales del siglo XVIII, un edificio que fue de los marqueses de Comillas, decorado con pinturas neoclásicas de El Vigata y que conserva la habitación del poeta Jacint Verdaguer, protegido de la familia Lopez. En la actualidad, en el palacio se encuentra el departamento de cultura de la Generalitat de Cataluña. Casi enfrente tenemos el palacio de la VIrreina, una mansión rococó del siglo XVIII, buena muestra de la influencia francesa en los arquitectos de aquel siglo, que mandó construir el virret de Perú y que fue habatida por su viuda, la virreina Francisca Fivaller, hoy es un centro cultural municpal muy activo. En la planta baja, donde antiguamente se instalaban los amanuenses que escribían cartas a los que nos sabían manejar la pluma, hay una oficina de información ciudadana, y una bonita y veterana tienda de música, Casa Beethoven, fundad en 1880 por el editor musical Rafael Guardia.
Ahora llegamos a unos de los grandes atractivos de las Ramblas. Entramos en el paraíso de los cinco sentidos: el mercado de la Boquería. El actual mercado, construido en 1840, es una gran plaza con columnas jónicas con una original cubierta metálica, siempre en perfecto para tomar un tenempié o comer. Luego seguimos hasta la antigua casa Figueras, una antigua fábrica de pasta con una vistosa decoración modernista decorada en 1902 por el pintor Antoni Ros y Güell y que desde 1986 aloja a la deliciosa pastelería Escrbà. Unos cuantos nuemros más abajo, en el 77, encontramos otros ejemplo de decoración modernista en la casa Doctor Genové, obra de Enrique Sagnier, que alojó una farmacia y un laboratorio hasta 1974. En la actualidad es un bar de tapas. Y seguimos con ejemplos de casas emblemáticas. En el otro lado, bajando a la derecha, un dragón chino llama la atención de los transeúntes. Se trata de la Casa Bruno Cuadros conocida como la casa de los paraguas, si mira bien descubrirá decoraciones egi`cias y dibujos japoneses. El Café de la Opera e una opción muy válida para merendar un clásico chocolate con churros. Y ya llegamos al Gran Teatro Licei (www.liceubarcelona.com) una de las grandes óperas europeas, construido en 1847 y reconstruido después del incendio que lo destruyó en 1994. Se puede visitar por libre o de la mano de un guía, que mostrará la Sala de los Espejos, y si se opta por la visita larga, el Circulo del Liceo, con una fantástica coelcción de pintura modernista con cuadros de Ramón Casas.
Dejamos por un momento las Ramblas porque hay que entrar por la calle de Ferrán a la plaza Real, de construcción neoclásica y la úncia porticada de la ciudad. Hay multitud de bares y restaurantes para hacer parada y fonda, en este espacio ocupado por una variopinta clientela, en su mayoría turistas. Cruzamos de nuevo el bulevar para llegar hasta el primer edificio que ideó Gaudí para la ciudad, la residencia de la familia Güell, mecenas del artista catalán, el palacio Güell (www.palauguell.cat). En la actualidad está sometido a obras, por lo que la visita es parcial. Estamos llegando a la desembocadura, al final del río. Pero antes de llegar a puerto, dos útlimas visitas culturales, a mano izquierda se encuentra el Centro de Arte Santa Monica (www.centredartsantamonica.net) y un poco más a la izquierda el Museo Marítimo. LLegamos a fin del trayecto, a los pies del monumento a Colón otro de los símbolos de la ciudad nacido de la Exposición Universal de 1888 y que contiene un ascensor en su interior al que se puede subir para observar una vista de las Ramblas y del puerto. El mar nos espera.
Curva, que te quiero curva
Este es un paseo para descubrir lo más significativo del modernismo catalan porque es imposble abarcar todo este movimiento arquitectonico urbano y burgues en un solo trayecto. Antes de empezar, unas nociones. El modernismo es una corriente general en Europa, pero que en Cataluña, sobre todo en Barcelona, adquiere una personalidad propia. Es aquí, con la euforia del cambio de siglo, con la voluntad renovadora, donde se va a traducir en una utilización social del arte, en una arquitectura anónima popular que dignificaba cualquier obra. En esta línea es normal encontrar en barrios más populares casas de vecinos con líneos y decoraciones modernistas, y es un lujo poder toparse con el medio centenar de tiendas, hornos de pan, farmacias, tiendas de moda o perfumeraís de decoración cuidada y caprichosa como mandaban los cánones de la época, además de las obras de ls grandes arquitectos del momento. Un lugar emblemático y perfecto para iniciar esta ruta del modernismo es el Park Güell. Allí podremos admirar una preciosa vista de Barcelona a nustros pies y comenzar a comprender la filodofía y el pensamiento de Antonio Gaudí (182-1926). El proyecto de crear una ciudad jardín tipo inglés no cuajó, pero el Park Güell fue donde el arquitecto de Reus mostró su pasión por las formas de la naturaleza y experimentó el paisajismo. Pasee por el parque y visite la casa museo de Gaudí; una vez bien empapados podemos seguir ruta. El autobús 92 le transportará hasta nuestra siguiente para modernista: el hospital de la Santa Creu i de Sant Pau (www.santpau.es). El edificio, obra de Lluis Domenech y Montaner, comienza a construirse en 1902 e incorpora las nuevas ideas sobre higiene y salud pública, y lo inaugura el rey ALfonso XIII en 1930.
Es una maravilla pasear por sus jardines, perderse observando esculturas y mosaicos, admirar los 16 pabellones, unidos por casi dos kilómteros de pasadizos subterráneos. Es casi una cuidad. Merecen la pena los 90 minutos de visita guiada. No en vano el hospuital está considerado como uno de los mejores conjuntos modernistas del mundo, y allí está uno de los tres centros del modernismo de Barcelona. Salimos del hospital con el ánimo por las nubes y enfilamos hacia la Sagrada Familia por la agradable avenida de Gaudí, un paseo peaotnal que une estos dos centros del modernismo, y en el que hay algunas terrazas que piden a gritos sentarse y pedir un aperitivo. En la Sagrada Familia, otra obra cumbre inacabada de Gaudí, siempre reina el bullicio entre los operarios de las obras, que se afanan en su trabajo, y los miles de turistas que se acercan a visitarla. Podemos pasear por la calle de Mallorca hasta llegar al paseo de San Juan, una alameda muy barcelonesa. A esa altura se encuentra la casa Macaya, residencia urbana construida por Josep Puig y Cadafalch. Si se sigue por el lateral de la Diagonal pronto encontrará la llamada Casa de las Punxes que proyectó para las hermanas Terradas un edificio de aspecto medieval, lo más parecido a un castillo de princesas de Walt Disnez con seis torres coronadas por agujas cónicas. Como sólo se peude ver por fuera al ser propiedad privada, lo mejor es cruzar la ancha Diagonal y entrar en otra de las construcciones de este arquitecto, el palacio del barón de Quadras, hoy reconvertido en Casa Asia (www.casaasia.es), y ya casi, a dos pasos, estaremos en Diagonal con paseo de Gracia.
A partir de este punto, la caminata discurre por el paseo del lujo, el elegido a finales del XIX y principios del XX por las grandes familias burguesas para instalarse y competir entre ellas por tener la casa más llamativa, y que hoy pro phoy es una de las calles más caras de España. Abra bien los ojos y observe los escaparates de firmas como Carolina Herrera, Loewe, Louis Vuitton, Suarez, o tiendas que ya forman parte de la historia del vestir de la ciudad como Gratacos, Santa Eulalia o Gonzalo Comella, y admire los palacetes y casas que jalonan el ancho paseo al que también le caracteriza sus bancos y farolas modernistas del arquitecto Pere Falqués, y curiosee los hoteles de lujo que laberga la zona. Uno de los primeros palacios que se encuentra es el Palau Robert, justo en la esquina con DIagonal y Córcega. Tiene un jardín con palmeras muy agradables donde sentarse a leer el periódico y oír a las decenas de cotorras que anidan en sus ramas, además de albergar una oficina de información turística de la Generalitat, con una amplia programación de exposiciones a l largo del año. En la acera de entrente, esquina Mallorca, nos topamos con la primera obra de Gaudí del paseo de Gracia, la casa Milá o Pedrera. Siga respirando lujo, cruce el paseo d Gracia, y en la esquina con Valencia nos desviamos a la derecha hasta llegar a la Rambla de Cataluña, otro de los bulevares clave de Barcelona, arteria comercial y de ocio con multitud de terrazas para sentarse y ver pasar la vida.
En el chaflán entre Rambla y Valencia, en el númerio 77, se encuentra la farmacia Bolos, abierta al público en 1902, que aún conserva todos los ornamentos modernistas y todos los muebles de la época. Una pequeña maravilla. Pero volvamos al paseo de Gracia, y hagámoslo por la calle de Aragón porque allí está la Fundación Tàpies, un centro de arte contemporáneo en el edificio que fuera la editorial Montaner y Simon, obra de Domenech y Montaner, y considerada una de las obras pioneras de la renovación arquitectónica y que Tàpies ha coronado con una peculiar escultura. Y justo al otro lado, cuando Aragón confluye con con el paseo de Gracia, se encuentra la famosa manzana de la discordia, nombrada así por la competición de las familais burguesas por conseguir la casa más opulenta y espectacular. Y esta manzana es buena prueba de ello con tres obras de los tre smaestros modernistas del momento: Domenech y Montaner, arquitecto de la casa Lleo Morera, que no es visitable; Antonio Gaudí, artífice de la Casa Batlló, que no tiene ningñun ángulo recto y en la que Gaudí intentó reflejar su idea del paraíso, y Puig y Cadafalch, que se encargaría de la casa del industrial chocolatero Antoni Amatller. La casa Amatller se reconoce por sus ventanas góticas y sus dragones que sobresalen de la fachada. En estos momentos está en proceso de rehabilitación. Una última visita para terminar el paseo por el modernismo sería el Palau de la Música (www.palaumusica.org)., una institución en la ciudad tanto por su actividad muscial como por su arquitectura y decoración modernista exterior e interior. Obra de Domenech y Montaner, en su construcción participaron algunos de los mejores artesanos de la época. El Palau no deja indiferente a nadie, Josep Pla lo calificó de horrible, pero a pesar de sus detractores fue declarado Patrimonio Mundial en 1997.
Gracia, un barrio con carisma
Este es un paseo peculiar; no hay grandes monumentos; no destaca por sus bonitas construcciones arquitectónicas, a excepción de la casa Vicens de Gaudí; tampoco tiene museos, ni espacios verdes dignos de mención, ni tiendas de lujo, pero aún así merece la pena entrar en el barrio de Gracia. ¿Sus virtudes? La vida de barrio que se respira, su peculiar personalidad que le viene dada por sus habitantes y sus comercios, aquí se junta la "gent del barri" de siempre, gente mayor que ha visto pasar la vida en Gracia; gente bohemia que disfruta de la vida de barrio, extranjeros enamorados de Barcelona en general y de Gracia en particualr, familias de gitanos con generaciones en la zona, aquí nació Antonio el Pescadilla, la rumba, y hay dos plazas que son sus dominios, la Romani y el Raspall, y tiene su idiosincrais. Porque en Gracia se hace vida de pueblo, es autosuficiente, y si no se quiere no es necesario "bajar a Barcelona". En cuanto a los comercios, al igual que en su composición social, en Gracia conviven tiendas de toda la vida, que no han cambiado su fisionomía desde su apertura hace ochenta años o más, que venden como siempre y te hacen las cuentas en un trozo de papel, con los establecimientos de los nuevos jóvenes talentos que se han instalado en pequeños locales ante la saturación del Borne y están invadiendo poco a poco el barrio. Colmados frente a tiendas de delicatessen, restaurantes y bodegas de siempre se mezclan con locales de última generación y cocina de autor. Gracia está cambiando muy rápidamente, pero todavía conserva todo su sabor.
Otra característica del barrio son sus numerosas placitas que surgen al remontar alguna de sus calles estrechas y desordenadas, porque antes de iniciar este paseo hay que adveritr que Gracia no sigue el orden racional del Ensanche, no, ella es caótica, con caprichosos y frecuentes cambios de nombres en sus calles. Así que vayamos plaza a plaza para poder sentir toda la esencia del barrio. Podemos empezar el paseo por la zona más alta del barrio, así que lo mejor es, si se va en metro, bajar en Lesseps. También hay varias líneas de autobuses que sortean esta plaza en eternas obras y en la que destaca el bonito edifico que Josep Llinas construyó para albergar la biblioteca Jaume Fuster; seguiremos por la Ronda de Dalt hasta la esquina con la calle de Verdi. El primer tramo de esta calle está formado por casitas bajas, de un solo piso, que a veces muestran una decoración y unas líneas modernistas que se asemejan a las de las grandes mansiones burguesas. Eran casas pertenecientes a la clase media que imitaban los gustos de los ricos burgueses. Y es que Gracia, independiente hasta que en 1897 fue absorbida por la metropoli, era una villa con una alta presencia de menestrales y pequeños comerciantes. Bajamos esta zona residencial y casi sin comercios hasta la calle Marti, que nos deja en la plaza del Nord, urbanizada en 1851, cuando Gracia todavía era independiente. Para recordarle se conserva su fuente, en la que puede verse un lirio dentro de una elipse enmarcada por dos ramas de laurel, que es el antiguo escudo del pueblo de Gracia. El edificio más imporante es de Els Lluïsos de Gracia, una entidad cultural centenaria, en cuya fachada hay esculpido un curioso reloj de sol. Seguimos ruta, agradeciendo al último proyecto de urbanismo que gran parte del barrio se ha convertido en peatonal o casi peatonal, por lo que el tráfico rodado es escaso y hace el paseo agradable. Si se sigue por la calle de Martí, hay que torcer a la derecha en Rabassa, descendemos por ella y nos topamos con una plaza dedicada al arquitecto de Gracia Antonio Rovira y Trias, autor del plano geométrico del barrio en el año 1863 y el artífice de la construcción del campanario de Gracia, símbolo de la villa.
En esta plaza rodó Fernando Trueba escenas de la película "El embrujo de Shanghai", basada en una novela de Juan Marsé que nació precisamente aquí. Seguimos bajando por Rabassa hasta torcer a la derecha por la calle de las tres señoras hasta llegar a mano izquierda a un cruce con la pequeña calle de la Iglesia, y ya nos darmeos de bruces con la plaza de la Virreina, para muchos, el sitio con más encanto y más ambiente de pueblo de todo Gracia. Nació el año 1878 y en ella destaca la presencia de la iglesia parroquial de Sant Joan. El sitio idóneo para sentarse y tomar un reconstituyente antes de seguir ruta es en la terraza del Virreina Bar. Una vez aquí llegamos a la parte más comercial del barrio y la que más está cambiando. Lo mejor es acceder otra vez a Verdi, atravesarla por la calle de Asturias y alcanzar la plaza del Diamante, inmortalizada por la novela de Merçe Rododera. El Ayuntamiento de Barcelona ha puesto en marcha el programa de visitas al refugio antiaéreo de la plaza del Diamante, para visitarlo hay que llamar al teléfono 932 114 973. Las visitas para particulares se hacen sólo el primer sabado de cada mes. Salimos otra vez a Verdi, que en este tramo se convierte en arteria comercial y cultural del barrio. Es en este tramo y en sus aledaños donde podemos encontrar las tiendas mas modernas de diseñadores que han optado por establecer negocio en este barrio. Pero ya estamos en la plaza de la Revolución de Septiembre de 1887, un espacio de paso, una plaza dura, sin mucho encanto, excepto la Gelateria Italiana. Llegamos al fin de la ruta con las dos ultimas plazas: la plaza del Sol, donde destaca una humilde casa modernista, palza preferida de los jóvenes, y un poco más abajo la plaza de Rius y Taulet, también conocida como la plaza del reloj. Esta plaza es de las más concurridas por las familias de la zona.