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La Niña de la Puebla

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La Niña de la Puebla

Dolores Jiménez Alcántara es una de las voces femeninas del flamenco más representativa de la historia del siglo XX. Reconocida nacional e internacionalmente debe su nombre artístico a su lugar de nacimiento, La Puebla de Cazalla (Sevilla), en 1909.

Su vida estuvo marcada por su ceguera, provocada por un colirio apenas tres días después de nacer. Sin embargo, su salud permitió a los amantes de este género disfrutar de su voz durante casi un siglo, ya que falleció en Málaga en 1999, apenas una semana antes de la fecha prevista para entregarle a la cantaora la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes.

Su amor al flamenco y al trabajo queda patente, no solamente por su prolífica carrera y su talento extraordinario, sino porque, la muerte la sorprendió sobre las tablas, el único lugar donde la Parca pudo encontrarla. Así lo contaba la prensa: “…La Niña de la Puebla se ha despedido cantando por soleá. Estuvo el pasado sábado dando un recital en Huelva y, nada más arrojar luz sobre las oscuras melodías lebrijanas, cayó al suelo y hubo de ser trasladada a un centro hospi¬talario. De ahí a Sevilla y, ante el empeora¬miento, urgente traslado al Hospital Carlos Haya de Málaga, donde falleció…”


La Niña de la Puebla

Era la hija de un barbero aficionado al cante y fue con ocho años cuando empezó a recibir clases de música y a los 20 actúo en un festival en Morón de la Frontera acompañada por su guitarra y así comenzó su carrera que desde entonces fue absolutamente imparable. Una carrera plagada de éxitos que se debe en parte al Niño de Marchena, ya que según ella misma decía, quiso dedicarse al cante profesional al escucharlo cantar.

Su interpretación se caracterizaba por la esencia popular con la que impregnaba todo lo que hacía, especialmente en Los Campanilleros de Manuel Torre. Si bien, tras su fallecimiento, uno de sus hijos afirmaba que el mayor deseo de su madre era ser recordada por la colombiana Serranía de Brasil que cantaba con su marido Luquitas de Marchena.

Fue precisamente con ritmos ligeros como las colombianas y los fandangos con lo que empezó la Niña de la Puebla hasta incorporar a su repertorio otros más profundos como la seguiriya o la soleá. Destacó también en tonadillas y malagueñas e interpretó todo tipo de cantes: villancicos, tarantas o granaínas. Canciones que pueden disfrutarse tanto en sus grabaciones musicales, en sus espectáculos flamencos, así como en las diferentes películas que interpretó a lo largo de su vida.

En La puebla de Cazalla

que orgullosos están,

de haber tenido a la cantaora

más grande de toda la humanidad

de la historia del flamenco

que no se podrá jamás igualar,

su ceguera fue como una bendición,

para alúmbranos los caminos

del cante como pura salvación,

siempre la recordaremos

en el cielo y en la tierra,

porque fue una gran emperaora

Siendo del cante una reina.

 


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